27 de enero de 2013

Amor - dazado

Nada.
Ni un sorbo de jodida autocomplacencia.
Dos manos vacías
y un hombre atrapado
entre ellas.

Asi te veo, cuando me follas con rabia,
así me abraces desnudo,
así me revientes sin mirarme,
y después, cuando ya respiras,
te oigo pensar en ti.

Déjame a mi mi cuerpo,
que me escuece el alma si me tocas.

Fuente:
HARRESIAN ZULO

6 de enero de 2013

Recrearte en mi imaginación.


Aveces piensas que estás en uno de tus peores momentos, cuando de repente te das cuenta de que no era tan malo como lo que te está a punto de llegar.

Sólo estaba él, no había otra cosa que pudiera hacerle sombra.

Cuando abría los ojos al despertarme, lo primero que me venía a la mente, era la última imagen que tenía grabada de él, tan cerca y a la vez tan lejos.
Me pasaba las horas  del día intentando averiguar la forma de poder conquistarle, de que por fin sus sentimientos y los míos pudieran cruzarse.  Pero de nuevo volvía la noche y con ella ese sentimiento de vacío,  y de silencio.

No sé ya de que manera decirte que te quiero, sin parecer una perturbada, no sé de que manera  retroceder para borrar todo aquello que hice mal, y que te alejó de mi. No sé de que manera acercarme a ti, sin que ello suponga un nuevo enfrentamiento entre mis sentimientos y los tuyos, en el que siempre salgo perdiendo yo.

No sé dónde está mi límite, no lo veo, ni lo pretendo. 

Sólo quiero cerrar los ojos y recrearte en mi imaginación. Llegar a casa después de un día duro de trabajo, y verte esperándome en mi portal. Coger mi cara helada con las manos, mirarme y hacer que mi corazón adquiera una velocidad que solo tú consigues accionar. Pedirme que no me vaya, que por fin sus sentimientos querían conocer a los míos. 

Sin embargo, la realidad era otra. Decidí abrir mis ojos y me dí cuenta de que  a lo que yo aspiro, está demasiado alto para poder ser alcanzado. 
Que mis mensajes seguían sin ser contestados. Que mis labios no aguantaban las ganas de volver a probar los suyos.
Pero mis ganas de poder verle en mi portal, seguían vigentes, no sólo cuando cerraba los ojos, también cuando a día de hoy, los abro y veo que no estás.



La luz que no quería ver.



Cansada de tenderme en la cama con una sonrisa, y levantarme entre miles de chillidos que no consigo, ni pretendo descifrar. Cansada de tanta mentira, cansada de no saber que es lo que me va a deparar, una vez comenzado el día. Con el temor de no saber soportarlo, o quizás de negarse a hacerlo.  Pensar, que aunque cueste creerlo, en medio de tantos gritos, pronto vendrán de nuevo las risas.  Miedo a abrir la puerta y no saber que encontrarme. 

No quiero salir de la cama, y con mis dedos recubro mis oídos para distraer mi atención, y  no inquietarme más; ya que los chillidos van adquiriendo una mayor dimensión. 
No puedo más y en medio de uno de mis impulsos, solté un -¡BASTA YA!- 
No puede ser que anoche se prometieran amor eterno y unas horas más tarde, no se acuerden de su promesa.

El reloj de cuco avisa de que son las nueve en punto, y eso consigue hacer un paréntesis, dando una tregua a los chillidos. Por una vez en mucho tiempo, eché de menos ese silencio que siempre dominaba la casa; acompañado solamente del tic tac del reloj, y del ruido producido por los pocos coches, que transcurren por la carretera contigua a la casa.

Respiré hondo e intenté calmarme. Seguía escondida en mi cama, con mi cabeza metida entre la sábana y la colcha. Sólo veía esa luz que provenía del exterior de mi habitación, a través del bajo de la puerta. 

No quería salir, no quería escuchar, no quería enterarme de  nada, sólo hacerme la dormida.

Y al final lo conseguí.