26 de abril de 2013

Amar sin control.




No sé que decir, supongo que ya lo sabía, pero una cosa es saberlo y otra oírlo decir. Es una mezcla de dolor y de paz, algo raro. Durante estos meses he invertido mi tiempo en callar lo que decía mi subconsciente y en escuchar atentamente lo que decía mi otro yo. Me he tragado  lágrimas originadas por ti, porque tenía la seguridad de que un día no muy lejano tocarías a mi puerta, sin yo esperarlo y me regalarías un motivo para sonreír.
Dicen de mi, que suelo perder el control cuando amo. Será porque no concibo la idea de amar bajo control. O porque crecí buscándolo sin control alguno. Cuando comienzas a amar sin saber lo que es, es cuando comienzas a perder el control. Porque comienzas a recibir y a dar algo que nunca tuviste.
Ver el amor desde tus propios ojos sin llegar a saber lo que es, es un tanto confuso.  Cuando veía a la gente manifestar con sus ojos lo que su corazón intentaba decir, era asombroso. No articulaban palabra alguna, solo se miraban. Y yo era capaz de comprender algo, que nunca llegué a acariciar.
Siempre me imaginaba en el lugar de las personas que observaba con tanta curiosidad. Sobre todo, de las personas que tenían ese algo en sus miradas, ese algo que las diferenciaba del resto, que  hacían preguntarme tantas cosas acerca de mi vida.