Lo único que me permite estar cerca de ti, son mis largas pesadillas en las que te veo con ella, pero sonriéndome a mi, siempre a mi. Dónde el mundo se organiza para ir en contra mía, en donde me siento extraña y continuamente atacada por elegir la opción que nadie se atreve a escoger.
Por no hacer lo que todo el mundo hace.
Nos encontramos en mis pesadillas cada noche, me despierto sudando, casi sin respiración. Y muchas veces lo hago hasta preocupada de ver que sólo ha sido una fascinante pesadilla. Qué mezcla de sentimientos.
Eres tú, tú, sólo tú el que consigue que siga creyendo en el amor, eso tan difícil de sentir y tan fácil de predicar; eres la esperanza que muchos me quitan, eres mi kit de supervivencia cuando la soledad me aprieta.
Qué dificil es aprender a tomar decisiones por miedo a tener que llegar a la última página y que no nos guste lo que veamos en ella.
Qué dificil es aprender a tomar decisiones por miedo a tener que llegar a la última página y que no nos guste lo que veamos en ella.
Aunque, ¿qué es la vida, sino una toma de decisiones?
Qué difícil se me hace no dudar, cuando detrás de cada duda hay un acierto.
Qué frío siente uno, cuando el sol salía más en el pasado que en el presente. ¿Dónde estás? Porque no te veo, me estoy acostumbrando a ello y no quiero.
Conociéndo de primera mano mis heridas sin cicatrizar, vuelves a atacarme sin ni siquera preocuparte de apuntar bien.
Siempre he sido para tí un conejillo de indias que encontraste por casualidad, y que de alguna manera te simpatizó.
Conociéndo de primera mano mis heridas sin cicatrizar, vuelves a atacarme sin ni siquera preocuparte de apuntar bien.
Siempre he sido para tí un conejillo de indias que encontraste por casualidad, y que de alguna manera te simpatizó.
Cada vez que me apuntabas mis heridas ya acostumbradas, se familiarizaban con tus armas y ya no sentía dolor, sólo frío y compasión por ti.
No sientas lástima por mi, aunque me dedique todas las tardes de lluvia a llorar sobre tu ropa sin lavar, impregnada por tu olor y el silencio de la casa, aunque me quede horas y horas mirándome al espejo sin pestañear, sin poder llorar aunque el dolor llegue hasta asfixiarme... preguntándome porque no te veo ya ni en mis pesadillas...
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